miércoles, 14 de diciembre de 2011

DOS CABALLOS


Cerca de mi casa hay un campo
Dos caballos viven allí.

De lejos, parecen caballos como los demás, pero cuando se mira bien, se distingue que uno de ellos es ciego.  Con todo, el dueño no se deshizo de ese caballo y le acercó un amigo –un caballo más joven-.  Eso ya es de admirar.

Si te quedas observando, oirás un tintinear ... procurando saber de dónde viene el sonido, verás que hay un pequeña campana en el pescuezo del caballo más joven.

Así, el caballo ciego sabe dónde está su compañero y va hacia él.  Ambos pasan los días comiendo y al final del día el caballo ciego sigue a su compañero hasta el establo.

Puedes advertir que el caballo con la campanita está siempre mirando a su acompañante; a veces para, con el fin de que el otro pueda alcanzarlo.
El caballo ciego se guía por el sonido de la campana, confiado en que el joven lo está llevando por el camino correcto.

Como el dueño de esos dos caballos, Dios no se deshace de uno de nosotros solo porque no somos perfectos, o porque tenemos problemas o desafíos.  ÉL cuida de nosotros y hace que otras personas vengan en nuestro auxilio cuando así lo precisamos.

Algunas veces somos el caballo ciego guiado por el sonido a aquél o aquéllos que Dios coloca en nuestras vidas.

Otras veces, somos el caballo que guía, ayudando a otros a encontrar su camino.

Así pasa con los buenos amigos ... No es preciso verlos, más ellos están allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario