lunes, 6 de febrero de 2012

CURSO DE TALLER LITERÁRIO

Estas cartas fueran escritas en un curso (la 1ª por Llucia) y la respuesta por mi, la prof (Laura Castañon)nos mando escribir una carta a un personaje fictício, despues redestribuó y tuvimos que responder la que nos tocó.
Esto fue lo que quedó ...siempre me gusto mucho, por esto comparto.
Los grandes amores siempre nos dan ternura al corazón


Querida Matilde:
Está triste la noche sin ti. Quizás no debiera escribirte más pero, ya sabes, soy el escribidor incansable. Escribir es saber que aún estoy vivo, hacer un guiño a la muerte y no sentirme un fantasma.
Estoy viejo, Matilde, siento los huesos de algodón y me fallan los pulmones. El médico dice que nó, que aún duraré mucho, pero yo sé que me muero de tiempo. No, de viejo no, de tiempo: de tiempo sin ti. Son ya veinte años, Matilde, si la cuenta no me engaña. Trescientas cuarenta y siete cartas sin respuesta, y ni tan siquiera sé si es la dirección correcta. ¿Sigues viviendo en el nº 7 de la calle Ardura? ¿ Sigues tiñendo el pelo de rojo? ¡Cuántas preguntas tontas te haria! ¿Aún te rascas la nariz cuando estás nerviosa?
Yo ya casi no tengo el pelo negro: mi cabeza parece de azúcar y nieve blanca. ¿Qué passaria si me ves? Mi vista ya no es la que era...Ni tan siquiera mi pulso: me cuesta escribir a mano, pero sigo luchando contra la máquina ( la impresora y el ordenador me resultan remotos). Tengo tanto qué decirte ...
Pero lo siento, mi mano no puede más. Estoy cansado, Matilde. Quizás sea esta la última carta que escribo. Quizás no.
De todas formas, te envio un beso y un sueño de fresa.
Manuel
P.D.: Te quiero ... aún.

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Respuesta:

Mi entrañable amor:
Primero quiero pedirte perdón, perdón por todos estos años en que no estuvimos juntos. Perdón por todas las veces en que me deseaste a tu lado, por todas las lágrimas que cayeron de tus ojos, por tu tristeza y soledad, te pido perdón.
La vida fue muy mala con nosotros: muchas cosas pasaron en estos veinte años.
Después que tú partiste, mi padre me obligó a casarme con Eduardo. No pude hacer nada, no tuve fuerzas.
Un año mas tarde, él sufrió un accidente de coche; estuvo tres meses entre la vida y la muerte. En aquellos momentos de angustia y desesperación hice una promesa: Si Dios le salvaba, yo me quedaria a su lado para siempre ... y así fue.
Procuré olvidarte pero a cada carta tuya, mi corazón temblaba y crescia más y más mi amor por ti. Nunca las abri.
Hace un mes, Eduardo falleció. Pasadas dos semanas, arreglando los armarios, encontré el cajón donde guardé siempre nuestros recuerdos. Decidi entonces leer tus cartas.
Ayer recibi esta última carta y pienso que todavia tenemos derecho a ser felices.
Perdón por no haber acudido aquel dia al tren que nos llevaria al futuro feliz que ansiábamos: tuve miedo. Ahora, veinte años después, espero encontrarte en la estación.
LLegaré el dia 1º de enero, a las 18 horas.
Una larga vida puede estar a nuestra espera.
Todavia te quiero.
Matilde
P.D.: Aún me gustan las fresas.

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